Las plantas necesitan nutrientes para poder desarrollarse. Estos nutrientes no son más que elementos químicos presentes en la tierra o sustrato que las plantas absorben a través de sus raíces (sales minerales y agua) o que toman del aire a través de las hojas (oxígeno y dióxido de carbono).
Existen dos tipos de abonos, los abonos orgánicos y los fertilizantes inorgánicos. En ambos casos lo que se pretende es enriquecer la tierra o hacer disponibles los nutrientes básicos para la planta, entre ellos el nitrógeno (N), el fósforo (P) y el potasio (K), lo que se denominan abonos NPK o fertilizantes NPK.
Los abonos o fertilizantes son necesarios para enriquecer o suministrar a la tierra estos elementos químicos, ya sea antes de la siembra para preparar la tierra, para reponer la materia orgánica del suelo o en distintos momentos del crecimiento del cultivo para favorecer su desarrollo.
Los abonos orgánicos son, como su propio nombre indica, una mezcla de materiales o residuos orgánicos que pueden tener origen animal o vegetal. En este grupo encontramos estiércoles de distintas procedencias (gallina o gallinácea, caballo, oveja, etc.), restos vegetales (restos de poda, leñosos, restos de cosechas), humus, compost, residuos de origen industrial (residuos orgánicos) o lodos de plantas de depuración. Para que los elementos que componen esta materia orgánica estén disponibles en el suelo y puedan ser absorbidos por las raíces es necesario que sea degradada por microorganismos y se produzca el proceso denominado mineralización. Además del aporte de nutrientes los abonos orgánicos aportan otra serie de beneficios a la planta como el mantenimiento de la temperatura del suelo, la humedad, protección del suelo y el desarrollo de microorganismos beneficiosos. Contamos con abonos orgánicos certificados para su uso en agricultura ecológica.
Por otra parte tenemos los abonos o fertilizantes inorgánicos. Se trata de preparados químicos en los que los nutrientes (N, P, K y otros micronutrientes) están en concentraciones exactas. Se presentan comercialmente en distintos formatos (sólidos en pastillas o polvo o líquidos) y permiten suministrar estos nutrientes de forma individual o en combinaciones de varios. Igualmente contamos con mezclas de nutrientes específicos para momentos concretos del desarrollo del cultivo. La principal ventaja es que al conocer la composición química del fertilizante sabemos exactamente la concentración de nutrientes que estamos suministrando al suelo.
Los distintos tipos de abonos no son excluyentes, pudiéndose combinar ambos. Se puede utilizar un abono orgánico para preparar un suelo y un fertilizante inorgánico en momentos posteriores del desarrollo.
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